Muchos tienen experiencia del poder de Dios, pero Él quiere que experimentemos Su Espíritu.
«Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al día siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche. Había muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos; y estaba sentado en la ventana un joven llamado Eutico; y como Pablo continuaba hablando, Eutico fue cayendo en un profundo sueño hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso y lo levantaron muerto. Pero Pablo bajó y se tendió sobre él, y después de abrazarlo, dijo: No os alarméis, porque está vivo. Y volviendo arriba, después de partir el pan y de comer, conversó largamente con ellos hasta el amanecer, y entonces se marchó. Y se llevaron vivo al muchacho, y quedaron grandemente consolados. Entonces nosotros, adelantándonos a tomar la nave, zarpamos para Asón, con el propósito de recoger allí a Pablo, pues así lo había decidido, deseando ir por tierra hasta Asón.» Hechos 20:7-13
En este pasaje podemos observar que hay tres grupos de personas:
1.º – Los que caen en un sueño profundo
Eutico entró en un sueño profundo, se cayó del tercer piso y murió. Muchas personas desprecian el cansancio físico, pero, en realidad, es un sueño espiritual. Cuando una persona es dominada por ese sueño, sus pensamientos quedan más distantes. Si usted no se despierta de ese sueño, podrá caerse y morir espiritualmente.
2.º – Con una mitad del cuerpo dentro y la otra fuera
El tiempo pasa y el desinterés nace. El cansancio vendrá, pero no debemos ceder ante él.
3.º – El que se entrega por completo
El que es maduro extiende la mano a su hermano y profetiza. Profetiza vida, ¡no muerte!
El Espíritu Santo ordenó que los consolaran, no con palabras, sino con espíritu.
De aquí en adelante, todo será diferente.
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