¿Profesional o Amateur?
Estaba meditando en eso y me preguntaba ¿cómo una iglesia tan esforzada, luchadora, trabajadora, perseverante, paciente y que aborrecía el mal perdería su primer amor hacia Dios?
«Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina en medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas: Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia; que no puedes soportar a los malos, que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y que los has hallado mentirosos. Además, sé que tienes perseverancia, que has sufrido por causa de Mi nombre y que no has desfallecido.
Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete!
Y haz las primeras obras. De lo contrario, Yo vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes.
Pero tienes esto: que aborreces los hechos de los nicolaítas, que Yo también aborrezco.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios.» Apocalipsis 2:1-7 RVA 2015
En la carta a Éfeso, vemos que el Señor Jesús describe varias obras virtuosas de esta iglesia como el arduo trabajo, la perseverancia, el no soportar a los malos ni a los hipócritas, el ser paciente, sufrir por el nombre de Jesús y no desmayar, también aborrecer las obras de los nicolaítas.
Pero una cosa, solo una cosa, hizo que el Señor Jesús Se enojara con esta iglesia, que dejara el primer amor.
Por lo tanto, el Espíritu Santo me hizo recordar las palabras escritas a la Iglesia de Corinto, en el capítulo 13 de la primera epístola:
«Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles pero no tengo amor vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe. Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy. Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve.» 1 Corintios 13:1-3 RVA 2015
¡Aquí, está la respuesta! Yo puedo hacer muchas cosas para Dios, tener mucha sabiduría, tener mucha fe, dar todo lo que tengo e incluso ofrecer mi propio cuerpo en sacrificio a causa del Señor Jesús, pero, si no lo hago por amor a Él, que es el primer mandamiento, sino por una obligación o, aún peor, porque me volví un profesional de la fe, ¡eso para Dios de nada sirve!
Por eso, la Iglesia en Éfeso fue reprendida, porque dejó de amar a su Dios, a su primer amor, dejó de practicar el primer mandamiento, y hacía todo de manera profesional, mecánica o religiosa, se volvió semejante a un metal que resuena o un címbalo que retiñe.
Muchos se preocupan por hacer las cosas para Dios de manera correcta, organizada, buscan que todo esté en orden y trabajan duro para ello, a veces, sin dormir, sin comer, hacen muchos sacrificios físicos, espirituales y económicos, ¿pero lo hacen por amor, devoción y fe?, ¿o por deber, obligación, costumbre y tradición religiosa? Esto no quiere decir que tengamos que dejar de hacer las cosas bien, pero no debemos volvernos profesionales de la fe, sino ser amateur.
Como el ejemplo de la perfecta alabanza, que sale de la boca de los niños, que incluso pueden cantar desafinados, pero Dios prefiere que canten así, a un coro de voces profesionales que cantan a la perfección, pero sin amor, sin vida, sin devoción, que cantan como un instrumento de metal que suena frío y muerto.
En resumen, ¡Dios quiere hijos que Lo amen de verdad y no empleados que simplemente trabajen duro para Él!
Por eso la represión a Éfeso fue tan dura. Ellos corrían el riesgo de perder su candelero si no volvían a amar a Dios como al inicio de su caminata. A los hijos que aman a su Padre Celestial, les es reservado comer del árbol de la vida, algo que Adán y Eva no pudieron experimentar, que es la Vida Eterna.
— Pr. Augusto Machado, Buenos Aires – Argentina