«El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.» Salmos 91:1
Tal vez usted diga: «Obispo, las sombras malignas me persiguen, nada me sale bien».
Hoy quiero hablar sobre la sombra del Altísimo, que significa andar al lado de Dios, tener intimidad con Él, ser su amigo, complacerse en escucharlo, en hablar con Él, en obedecerlo. Esto es «habitar», morar a la sombra del Altísimo.
Sin embargo, para estar a la sombra del Altísimo se debe estar cerca. Para tener la sombra de algo o alguien, es necesario estar al lado, no hay sombra cuando se está alejado. Y, para estar al lado de alguien, es necesario estar de acuerdo con sus principios, valores morales y civiles, carácter y objetivos.
Si quiere saber por qué las sombras malignas lo persiguen es porque usted no está bajo la sombra del Todopoderoso. Cuando una persona está bajo la sombra del Todopoderoso, no hay ninguna otra sombra en este mundo que pueda causarle frío o temor.
«… y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; y Me serán por pueblo, y Yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que Me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.» Jeremías 32:37-39
Los que moran bajo la sombra del Señor, los que no salen de la presencia del Todopoderoso, aun fuera de la iglesia, desde el punto de vista espiritual, siguen en la iglesia espiritual, en la fe. Ellos tienen paz, seguridad, alegría, confianza, equilibrio y disposición, porque la victoria está garantizada, y les transmiten vida a los demás.
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas