A causa de la ingratitud, que es otra enfermedad de la fe, muchas personas tenían las condiciones de vivir y disfrutar una vida bendecida, pero sus vidas se volvieron infructíferas.
Así como a través de la desobediencia el ser humano se distanció de Dios y salió del paraíso, el que se dispone a obedecer y escuchar la voz de Dios vuelve a habitar en el paraíso, incluso si enfrenta luchas y problemas.
«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad; porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no Le honraron como a Dios ni Le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.» Romanos 1:18-21
Jesús es un claro ejemplo de gratitud. Cuando estuvo en la cruz, le pidió a Juan, Su discípulo, que cuidara de María, la mujer que se dejó usar por Dios.
El ser humano se vuelve un animal irracional a causa de la ingratitud, porque prefiere satisfacer sus deseos personales que confiar en el Todopoderoso.
Las profecías del regreso de Jesús se están cumpliendo, una a una, ¿qué espera para entregarse a Él? El momento es hoy, reconózcalo, resuelva su situación y prepárese para ese día.
Recuerde cómo llegó a la iglesia y nunca se olvide de agradar al Dios que lo salvó.
Escriba en los comentarios qué parte más le llamó la atención.
De aquí en adelante, todo será diferente.
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