¿Cuál debe ser mi prioridad?
“Y Él —el SEÑOR— le dijo a Moisés: Ciertamente Yo estaré contigo…”
Dios no necesitaba decir “ciertamente”, porque Dios no bromea, Dios no miente, Dios no vacila, ÉL ES DIOS, ÉL ES PERFECTO en absolutamente todo, en Su Pensar, en Su Hablar, en Su Hacer, en Su Planear, en Su Ejecutar, pero Él quiso darle énfasis a la seguridad que Moisés necesitaba tener de que estaría con él:
“Esta Presencia, esta Fuerza, esta Seguridad, esta Paz que ahora percibes acá en el Monte Conmigo estará contigo allá. Allá en el lugar donde fuiste condenado a la muerte cuando eras aún un niño. Y cuando adolescente, criado, educado por tu familia de crianza, por la familia de Faraón, fuiste amado, querido y, ya en tu vida adulta, como príncipe, cuando decidiste asumir tu fe y tu real identidad, e hiciste justicia con tus propias manos, no confiaste en Mí porque no Me conocías, no tenías Mi Presencia. El ser humano, cuando no tiene Mi Presencia, quiere hacer justicia y resolver los problemas y hacer las cosas a su manera, con la fuerza de su brazo, y fuiste y mataste a aquel hombre que estaba actuando mal, pero peor actuaste tú, porque creías en Mí, pero no Me conocías, no tenías Mi Presencia, y tu familia de crianza te juró la muerte y tu familia de sangre te rechazó”.
Imagínese ser rechazado por la familia que lo crio, ser condenado por la familia de crianza y ser rechazado por la familia biológica, la de sangre, ¡qué dolor! ¿verdad?
Moisés intentó huir de esa realidad, de ese pasado de condenación por la familia de crianza y de rechazo por la familia de sangre, y durante 40 años trató de llenar un vacío que su esposa, sus hijos, otras personas no pudieron llenar, ni su trabajo como pastor de ovejas, nada, nadie. Salió de príncipe a condenado, rechazado y olvidado en el desierto, casado, padre y pastor de ovejas. Pero cuando él subió al Monte Sinaí, allí Dios le habló y le dijo: “Ciertamente Yo estaré contigo…, puedes bajar allá adonde fuiste condenado y rechazado, humillado y odiado, porque Yo te usaré para salvar y liberar a Mi pueblo”.
Y dijo Dios:
“… y la señal para ti de que Soy Yo el que te ha enviado será esta: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este Monte”.
La señal de que uno es enviado por Dios es que no se contenta solo con salir de Egipto, dejar las adicciones, superar un problema de salud, pagar una deuda, prosperar, casarse… la señal de que uno realmente ha sido enviado por Dios es que tiene por misión más que salir de Egipto. Ese es solo el primer paso, es la primera etapa, salir de la esclavitud, de la depresión, de la adicción, de la deuda, de la enfermedad, de la soledad, de la maldición hereditaria, salir de la oscuridad a la Luz, pero además de la liberación está la Presencia de Dios, adorarlo en Su Altar.
El Monte Sinaí fue el monte elegido por Dios para simbolizar Su Altar en la Tierra, donde entraría en Alianza con personas de diferentes edades, pensamientos, planes, pero con la misma necesidad que tiene todo ser humano, sea rico, pobre, famoso, anónimo, independientemente de su nivel social… todos necesitamos algo en común que es la Presencia de Dios. ¡La Presencia de Dios es lo que hace la diferencia! No basta solo con salir de Egipto.
Usted que dice: “Obispo, yo estoy liberado, convertido, he sido bendecido económicamente, en la familia…” ¿Es todo? No. Falta el bautismo con el Espíritu Santo.
Esta es la razón por la cual yo voy a Arabia Saudita, incluso con este clima tan difícil en Medio Oriente. Viviane y yo vamos a salir de Buenos Aires a Europa y de Europa a Arabia Saudita a llevar las peticiones de las personas que con sinceridad —ricas y pobres, buenas y malas, jóvenes y ancianas— dicen: “Yo quiero la Presencia de Dios”, “Yo quiero el Espíritu Santo”, “Yo quiero que allá en el Monte Sinaí Dios lea mi petición, ¡yo quiero que Él lea mi petición porque voy a sacrificar lo que Él me va a pedir espiritual, emocional y materialmente, ¡voy a sacrificar lo que Él me pida!”.
Entonces usted será bautizado con el Espíritu Santo.
El domingo 17, cuando usted suba al Altar de la Iglesia Universal —por menor o por más grande que sea, como es el del Templo de los Milagros en Buenos Aires, la Sede Nacional de la Iglesia Universal en América del Sur no importa, Dios bajó sobre el Monte Sinaí— Él va a bajar sobre usted para poseer su mente, su corazón, su cuerpo y hacer de usted Su morada, Su templo.
Él dijo:
“… adoraréis a Dios en este Monte”
Él quiere ser adorado, pero antes uno tiene que ser liberado, salir de la esclavitud de Egipto, uno tiene que convertirse y estar con Dios, y entonces entrar en Alianza y adorarlo.
Si usted ya tiene la Presencia de Dios, entonces tome posesión de la Tierra Prometida, ¡porque con la Presencia de Dios vencemos a los enemigos, superamos los obstáculos y tomamos posesión de lo prometido para glorificar a Dios en novedad de vida!
Ob. Julio F.
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
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#DeAquíEnAdelanteTodoSeráDiferente