Hoy estuve con los seminaristas de toda la Argentina, y cada uno de ellos escuchó la palabra que Dios le había preparado.
«Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades.» Salmos 37:7
No es difícil entender la Palabra, pero al que no es espiritual se le dificulta aceptarla.
Dios conoce y escudriña nuestras mentes y corazones, por eso, el creyente en la fe sabe esperar.
En la Biblia, el Altísimo registró los errores que cada persona cometió, para que podamos ser sabios, aprender de sus errores y no cometerlos.
La única esperanza que podemos tener es que Jesús venga en nuestros días o que nosotros vayamos a Su encuentro.
Debemos confiar, ¿pero cómo? Con paciencia, y eso solo se logra cuando se está en paz, sin acusaciones.
O usted sirve como un cristiano, manteniendo sus propios ideales, o como un siervo, con el ideal de Dios, que es ganar almas.
Con Dios no existe el «pero», es blanco o negro, oscuridad o luz.
El misionero presenta diariamente sus sacrificios, que son su propia voluntad. Él permanece en la obediencia, sin mirar hacia la izquierda o hacia la derecha.
De aquí en adelante, todo será diferente.
Obispo Júlio Freitas
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!
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