Tiempos de refrigerio para su alma
No sé cuántos pecados hemos cometido, pero una cosa sé, fueron tantos que hemos perdido la cuenta. Tal vez dice así: «Aborté, maté, blasfemé, practiqué la idolatría y la hechicería, guardé rencores, hablé mal de los de la Universal por ignorancia, juzgué, hice tantas cosas que ni quiero mencionarlas…», ha cometido tantos errores que ni sabe. Tengo una noticia maravillosa para usted que lleva años en la Iglesia: somos conocedores de la Palabra, pero aún seguimos siendo pecadores. No vivimos en pecado, pero pecamos. No vivimos en pecado porque nos hemos arrepentido y convertido, cambiamos nuestra manera de hablar, de pensar, de decidir, de reaccionar, de ver a las personas y la Obra de Dios, y de vernos a nosotros mismos; todo cambió. Sin embargo, como dice el Texto Sagrado, aun así necesitamos perdón. ¿O solo necesitan perdón los que están por primera vez en la Iglesia y los que regresan después de haberse alejado? No. Todos necesitamos perdón, porque en nosotros no hay perfección.
Dice el Espíritu Santo, en Hechos 3:19:
«Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la Presencia del Señor…» Hechos 3:19
Cuando la persona se arrepiente de sus pecados, toma la decisión de confesarlos, de convertirse, de cambiar de actitud, de dirección, y le da la espalda a su pasado de errores, perdona a quien tiene que perdonar y se perdona, recibe el Perdón de Dios.
La trinidad del perdón es: reconocer el pecado, el error, confesárselo a Dios y a quien es debido, y abandonar el pecado, bautizándose en las aguas.
- El bautismo en las aguas no es la decisión de formar parte de una iglesia, denominación o religión, sino la de no volver a la práctica de lo malo, de lo que comprometía el bienestar espiritual, moral y físico.
- De esta manera, la persona es bautizada para enterrar la vieja vida y está apta para ser resucitada por el mismo Espíritu que Resucitó a Jesús.
Son solo 2 condiciones:
- Arrepentimiento: reconocer el error, asumirlo, confesárselo a quien es debido, pedir perdón, perdonarse y recibir el Perdón de Dios. ¿Cómo sé que fui perdonado? Porque una paz llenará su alma, su corazón y su ser al instante.
- Conversión: Darle la espalda a la manera de vivir, de pensar, de ser y de hablar de antes, y empezar a actuar, a hablar, a pensar, no como uno siente, como está de moda o como dice una religión, una denominación o un gurú, sino como dicen las Sagradas Escrituras.
Son las únicas dos condiciones, ¡y todos pueden hacerlo! Si ya lo hizo, reciba al Espíritu Santo ahora.
«Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la Presencia del Señor…» Hechos 3:19
Refrigerio es lo que nuestra alma necesita, sea pobre, rica, famosa, anónima, mayor o adolescente. Todos necesitamos arrepentirnos y convertirnos, para que el Espíritu Santo descienda y nos dé ese refrigerio.
Si hay Salvación, tiene que haber refrigerio, alegría, gozo, paz y certeza de que se es hijo de Dios; lo único que debemos hacer es arrepentirnos y convertirnos.
– ¿Preparados? Entonces, nos vemos en uno de estos 3 lugares:
- Domingo por la mañana buscando y adorando a Dios en el Templo de los Milagros.
- En el Bautisterio, si aún no se bautizó.
- En las Nubes, en caso de que Jesús vuelva en nuestros días.
Fuerza, ¡Dios está con usted y yo también!
Obispo Júlio Freitas
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!
#IglesiaUniversal
#TemploDeLosMilagros
#DeAhoraEnAdelanteTodoSeráDiferente