La Codicia: El Pecado que Profana lo Sagrado
Buen día. Estaba meditando sobre la codicia:
“Y Acán respondió a Josué, y dijo: En verdad he pecado contra el Señor, Dios de Israel, y esto es lo que he hecho: cuando vi entre el botín un hermoso manto de Sinar y doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso, los codicié y los tomé; y he aquí, están escondidos en la tierra dentro de mi tienda con la plata debajo». Josué 7:20-21
La obediencia es algo sagrado para Dios y la desobediencia es tocar lo sagrado.
El diablo sabía que si Eva tocara el fruto estaría profanando lo sagrado (la obediencia, por eso le presentó aquel fruto de una manera diferente, para despertar la codicia en ella.
La consecuencia de esta profanación atrajo la maldición sobre el ser humano; hasta hoy cada persona que nace carga en su interior esta maldición.
El pecado de Acán comenzó con la codicia. Todo en Jericó debía considerarse impuro, maldito (anatema), pero la plata y el oro se volverían puros si se separaban para Dios.
Nosotros también éramos anatemas, sin embargo, cuando decidimos dedicarle nuestra vida a Dios por medio de la obediencia, nos volvemos sagrados. A pesar de esto, no podemos olvidarnos de que lo mismo que le sucedió a Eva y a Acán nos sucede a cada uno de nosotros. El diablo siempre estará presentando algo para que codiciemos y profanemos lo sagrado (la obediencia), haciéndonos estar lejos de Dios.
Acán, cuando fue descubierto, tuvo que ser asesinado para eliminar la maldición que atrajo sobre el campamento de Israel. Hoy, gracias a Dios, no tenemos que morir físicamente, sino espiritualmente, a través del arrepentimiento, la confesión y el bautismo en las aguas, que sepulta el cuerpo pecaminoso.
Que Dios los bendiga a usted y a la Sra. Viviane.
Pr. Marcos Manhães
Responsable del trabajo evangelístico de la Universal de Zona do Recreio – Rio de Janeiro.