¿Por qué no da fruto?
En el Evangelio de Juan, capítulo 15, versículo 4, está escrito así:
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros…”. Juan 15:4
Vea que nosotros, seres humanos, no somos autosuficientes. El Señor Jesús lo dejó claro en esta afirmación, que solo Dios es autosuficiente y nosotros dependemos de Él.
Depender de Dios, creer en Dios, obedecer a Dios, buscar a Dios de forma bíblica y sincera, reunirse en Su nombre, como lo hacemos nosotros, los de la Universal, no es una tradición, una filosofía o una religión, sino tener vida con Él y mostrar que dependemos de Él.
Jesús afirmó:
“Permaneced en Mí…”. Juan 15:4
Permanecer en Él es tomar la decisión de obedecer Su Palabra y creer en Él como nuestro único Señor y Salvador. Incluso, Él afirmó:
“… nadie viene al Padre, sino por Mí”. Juan 14:6
Es decir, no hay iglesia, no hay religión, no hay cura, gurú, coach; no hay caridad ni buenas obras que puedan hacernos llegar a Dios, solo podemos llegar a Él por medio del Señor Jesús, que dio Su vida por nosotros en la cruz y resucitó de entre los muertos. También es quien le hizo llegar este blog para que, en este momento, ahí donde está, usted tenga una experiencia con Su Espíritu Santo.
En otras palabras: “Yo no los obligo a creer, a obedecer y a confiar en Mí, y el mal no se los puede impedir, pero Yo estaré con los que aceptan y permanecen en la práctica de Mi Palabra”.
“… Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid…”. Juan 15:1
Es una condición, somos nosotros los que decidimos si permaneceremos o no, independientemente de lo que decidan los demás. Si elegimos creer, tenemos el poder de decidir creer en Sus Palabras y permanecer en Él; así tendremos vida.
“… así tampoco vosotros si no permanecéis en Mí”. Juan 15:4
Cuando el sarmiento está fuera de la vid se seca, muere, no tiene vida; así somos nosotros sin el Espíritu Santo, que es la savia de Dios, secos, infructíferos, sin vida. Podemos tener fama, salud, dinero, estatus social, éxito profesional, muchos amigos, miles de seguidores, pero sin Jesús en el centro de nuestras vidas, somos infructíferos, secos, traumatizados, indefinidos, le tenemos miedo al presente, nos da ansiedad el futuro y le tememos a la muerte.
“Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
En otras palabras, con Él podemos todo, ser un mejor marido, padre, hijo, hermano, profesional, ciudadano, cristiano; un verdadero hombre o una verdadera mujer de Dios, con equilibrio, alegría, fuerza y definición.
Jesús deja claro que no basta decir: “Yo creo en Dios. Yo tengo mi iglesia, mi religión, mi manera de creer”, es necesario permanecer en Él.
Jesús tuvo muchos seguidores, pero que solo Lo buscaban por los milagros que hacía, por el pan y los peces que multiplicaba y por la cura que ministraba. Muchos Lo seguían por eso, pero pocos lo hacían porque aceptaban y practicaban Sus enseñanzas. Antes de ser apresado, condenado y crucificado, los historiadores dicen que Él tenía más de 42 000 seguidores, pero, cuando fue crucificado, solo quedaron 500.
Incluso Pedro Lo negó 3 veces, pero, aun así, Jesús no dejó de creer en Pedro. Por eso, cuando resucitó, le dijo a María Magdalena, que fue la primera en verlo resucitado: “Diles a Mis discípulos que Yo voy delante de ustedes, y también díselo a Pedro”. Fue al único que mencionó por el nombre, porque sabía que Pedro estaba descreído, que se sentía mal por haberlo negado aun conociendo la verdad.
El ser humano sin Jesús es como un pámpano fuera de la Vid:
“… separados de Mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
Reaccione, tome la decisión de entregarse, no a una iglesia, a una religión o a una filosofía de vida, sino a las enseñanzas liberadoras, transformadoras y realizadoras de Jesús, que le darán vida, paz y Vida Eterna.
Las enseñanzas de Jesús nos proporcionan vida, pero hay una condición, mantenerse firme en Él, siguiéndolo, pase lo que pase, incluso en los momentos difíciles. Jesús no nos engañó, Él dijo que Lo odiaron y que a nosotros también nos odiarían, pero luego dijo: “Tened buen ánimo, Yo vencí la incredulidad, la muerte, las enfermedades, el mundo, el pecado, y también ustedes vencerán”.
“Si alguno no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman”. Juan 15:6-7
Aquí está el porqué del miedo, de la inseguridad, de la indefinición, de la confusión psicológica, emocional y profesional: “¿Hago o no hago esta carrera? ¿Realizo o no este proyecto? ¿Sigo o no sigo a Jesús en la Iglesia Universal? ¿Me caso o no me caso con esta persona?”. Es un hecho, la decisión de permanecer o no en Él es de cada uno, pero las consecuencias de no permanecer en Él es secarse, ser recogido y ser echado al fuego de la ansiedad, de los problemas cotidianos y, por último, de la muerte eterna, porque no tendrá la certeza de la Salvación.
Con el Espíritu Santo tenemos la certeza de la victoria en esta vida y en el porvenir, porque estamos seguros de que nuestro nombre está escrito en el Libro de la Vida.
“Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho”. Juan 15:7
En otras palabras, cuando permanecemos y seguimos las enseñanzas de Jesús, no decimos ni hacemos lo que está en nuestra mente, no seguimos los impulsos de nuestro corazón corrupto y engañador, sino que Le pedimos a Dios que todo suceda de acuerdo con Su Voluntad. De esta manera, ya no somos esclavizados ni manipulados por nuestro propio “yo” ni por la opinión de los demás, lo que pedimos lo pedimos según lo que está escrito, y Él cumple todo lo que prometió a causa de nuestra obediencia a Su Palabra.
Dios creó el mundo en seis días, y, en estos tres meses que faltan para terminar el año, Él quiere que usted alcance sus objetivos, supere sus problemas y realice sus sueños para glorificarlo y alabarlo; no con palabras vacías, como: “Yo soy honesto, hago caridad, voy a la Iglesia Universal”, porque todo eso es su obligación, sino con su carácter, con su vida, con su fe inteligente, práctica y obediente a las Palabras de Jesús.
“En esto es glorificado Mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois Mis discípulos”. Juan 15:8
Jesús no quiere que seamos Sus seguidores, sino Sus discípulos. Los discípulos de Jesús no se dejan vencer por los problemas, las persecuciones, las críticas o las pérdidas. Por este motivo, solo probamos que somos discípulos de Jesús cuando guardamos y practicamos Su Palabra.
¿Usted acepta estas palabras?
“Como el Padre Me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mi amor”. Juan 15:9
Si usted nunca se sintió amado, Jesús le está diciendo: “Así como el Padre Me amó, Yo te he amado, guarda Mis Palabras”.
- Las Palabras de Jesús para los que mienten es que sean verdaderos.
- Las Palabras de Jesús para los que guardan rencor es que perdonen.
- Las Palabras de Jesús para los que roban y son corruptos es que sean honestos, no toquen lo ajeno y no envidien a los demás.
- Las Palabras de Jesús para los que adulteran es que cuiden su matrimonio, porque si no valoran a quien ven, tocan y besan, ¿cómo podrá amar a quien no ven, ni tocan ni abrazan?
- Las Palabras de Jesús para los que practican la hechicería es que no lo hagan más, que no adoren a quien tiene ojos que no ven, manos que no tocan, boca que no habla y pies que no caminan, sino que oren a Él, porque Él es el único Dios vivo, Creador de los Cielos, de la tierra, del mar y de todo lo que hay.
A los hijos, Jesús les dijo que honren a su padre y a su madre. Entonces, valore a su padre y a su madre, porque incluso es el primer mandamiento con promesa.
Jesús nos enseña mucho más, por ejemplo, a cuidar nuestro cuerpo como templo de Su Espíritu.
En conclusión: “Nunca podrás decir que no fuiste amado, porque Yo te amé y te dije la Verdad. Acepta Mi Palabra y permanece en Mí, así tendrás vida y darás mucho fruto”. ¡¿Amén?!
El Espíritu Santo en nosotros nos hace dar mucho fruto.
“Si guardáis Mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor”. Juan 15:10
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Obispo Júlio Freitas
Nos vemos en la IURD o en las Nubes!