Una cuestión de inteligencia…
«Ya por la mañana, te quiero buscar
Tu voz oír, tu amor sentir,
Estender las manos para Tu altar,
Derramar mi corazón en Tu Altar… «
Cuando amamos a nuestro prójimo, nos olvidamos de nosotros mismos, porque amar es dar y eso valora nuestra estadía aquí en la tierra. Cuando hacemos esto, estamos glorificando a Dios y procediendo de acuerdo con el carácter Divino.
Podemos reconocer esto en las Palabras de Jesús:
«Por esto todos los hombres sabrán que ustedes son Mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13.35).
Podemos entender claramente su objetivo para la humanidad. Además, cuando hacemos esto, evitamos los conflictos que constantemente rodean a la humanidad y que causan innumerables males. Es decir, si amamos a nuestro prójimo, indirectamente nos amamos a nosotros mismos porque hacemos que nuestro mundo privado esté lleno de paz.
Amarse unos a otros es una cuestión de inteligencia más que una obligación espiritual; los beneficios son mayores para los que aman que para los que son amados, porque:
«… más bendecido es dar que recibir» (Hechos 20:35)