Solo quien abrió su entendimiento pudo recibir la palabra ministrada esa noche en el Templo de los Milagros, Buenos Aires, Argentina.
Vivimos en un mundo en el que el diablo trabaja constantemente para enfermar nuestra fe, ¡y hoy aprendimos que una de esas herramientas es la envidia!
«Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad.» Filipenses 1:15
Este versículo fue el que inició un análisis interno en todos los que escuchaban la palabra.
La gran pregunta fue: ¿Cómo y por qué estoy sirviendo?
Debemos buscar que nuestras intenciones sean puras, a fin de cuentas, solo Dios nos recompensará por haber sido siervos leales y sumisos. Esa recompensa será agradable, ¡será la entra al Reino de los Cielos!
«¡De aquí en adelante, todo será diferente!»
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