Desechar al viejo hombre
Todos necesitamos deshacernos del viejo hombre. El peor mentiroso no es aquel que le miente a la gente sino el que se miente a sí mismo, es el que dice que está bien, que no necesita, pero allá en el fondo de su corazón, en lo más íntimo, sabe que no es así. En los versículos 9 y 10 del capítulo 3 del libro de Colosenses dice así:
“No mintáis los unos a los otros, puesto que habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos…”
El viejo hombre al que se refiere no es el género masculino, sino el ser humano, sea hombre o mujer. Nosotros necesitamos, como dice el Texto Sagrado, desechar al viejo hombre: costumbres, manías, pensamientos, ideas que le hacen mal a nuestra alma, a nuestra fe, a nuestra vida con Dios. A semejanza del pueblo de Israel, que, en Egipto, solo conocía la esclavitud, la opresión, la idolatría, las orgías, etc.
Uno tiene que mirar su interior, si los demás no quieren cambiar, paciencia, yo reconozco que necesito cambiar porque yo quiero ser feliz y sé que por medio de la Palabra de Dios, entregándome a Él, puedo recibir Su Espíritu.
Entonces, deshágase de este viejo hombre, de esta vieja criatura, de esta manera de ser. Deje de resistirse a los cambios, usted no quiere cambiar, reconocer que necesita cambiar su comportamiento, su manera de hablar, de ser, de reaccionar, de lidiar con su pareja, con su familia, con sus compañeros de trabajo. Yo no sé cuál es el viejo hombre que usted tiene que quitarse de encima, cada uno sabe de sí mismo.
Y Él deja muy claro en el versículo 10:
“…y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento…”
Vestirse del nuevo hombre es vestirse de la imagen de Dios, las cosas viejas pasan y se renuevan hacia un verdadero conocimiento, inteligencia, intelecto. No se trata de religión, emoción, fanatismo, hipocresía, engaño, no, es razón, conocimiento, inteligencia, en la que uno hace una autoevaluación y reconoce en qué necesita cambiar. Uno tiene que hacerse este autoexamen para cambiar…
“… conforme a la imagen de Aquel que lo creó…”
Dios quiere que tengamos Su Espíritu porque Él creó al ser humano a Su Imagen y Semejanza, para ser Templo Suyo, para que Él Sea entonces Glorificado a través del ser humano lleno de Su Presencia, deshaciéndose del viejo hombre y renovándose cada día, poniendo así el verdadero conocimiento y el nuevo hombre conforme a la imagen de Aquel que lo creó.
Ellos crearon un becerro de oro y lo adoraron como dios, un animal que come hierba, ahora imagínese, si su dios come hierba, ¿Qué comerán los que lo adoran? Por eso la vida de muchos está en ese estado. Yo no estoy aquí para ofenderlo, sino para decirle la verdad, para que usted sea libre de la religiosidad, de la incredulidad, de lo que sea a lo que usted haya estado aferrado diciendo “no, yo creo así y voy a seguir así”, pero después no culpe al Creador, Él no come hierba y tampoco les da hierba a Sus hijos, Él les da Su Espíritu, Paz, Alegría, Amor… Medite en esto.
Piense en lo que hemos leído, porque seguramente Dios le habló y le hablará, y cuando usted vaya al Altar de la Iglesia Universal y lo toque, el Espíritu Santo va a revelarle qué sacrificar para que, cuando usted suba al Altar, sea poseído por el Espíritu Santo.
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
¡¡¡Eia!!!
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#TemploDeLosMilagros
#DeAquíEnAdelanteTodoSeráDiferente