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La gloria y el Altar

9 de diciembre 2024

La gloria y el Altar

“El día veintiuno del mes séptimo, vino la Palabra del Señor por medio del profeta Hageo, diciendo…” Hageo 2:1

  • Dios nos habla todos los días a través de Su Palabra. Quiere escucharnos y también hablarnos, sin embargo, para que eso suceda debemos ser humildes para escuchar, considerar lo que nos muestra, creer y obedecer. Dios nunca decepcionó ni decepcionará a quien Lo obedece.
  • El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, con el objetivo de ser guiado y lleno del Espíritu del Altísimo, pero, lamentablemente, este perdió Su semejanza cuando desobedeció Su voz y comenzó a obedecer la voz del diablo.
  • Muchas personas han obedecido la voz del mal haciéndoles caso a sus inclinaciones, pensamientos, sugerencias de personas que quieren su bien, pero, al ser humanas, son fallas, porque un consejo, una palabra en un momento equivocado puede producir duda, soberbia, miedo, ingratitud, o incluso sentimientos de venganza.

Dios quiere guiarnos y llenarnos con Su presencia todos los días, por eso nos habla diariamente.

  • Cuando obedezco la Palabra de Dios, cuando tengo oídos para escuchar Su voz, Su Espíritu pasa a poseerme y a guiarme. Es decir, cuando obedezco lo que Dios me habla, aunque eso contraríe mis inclinaciones, mi manera de ser, mis costumbres o mis manías, es cuando asumo mi fe.

Observe lo que dice en el versículo 9 para que entienda por qué Dios nos habló y nos sigue hablando.

“La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, dice el Señor de los Ejércitos…” Hageo 2:9

  • Es muy importante este versículo porque podemos ver la razón por la cual hay personas que dicen creer en Dios, pero son indefinidas, amargas, tristes y no hay vida en sus palabras, incluso son conocedoras de la Palabra de Dios, vienen a la Iglesia, tienen salud, familia y prosperidad, pero les falta una cosa: LA GLORIA.

Esa casa, el Templo al que Dios llena con Su gloria, somos nosotros.

  • Aunque hoy no viva lo mejor de su vida y en el pasado haya tenido años maravillosos, Dios le está diciendo que la gloria del presente será mayor que la del pasado. Y el que tiene la gloria de Dios en el presente tiene paz y seguridad.
  • Cuando Él dice que es Señor de los Ejércitos, está diciendo que luchará sus luchas. Él no es un Dios que se cae a pedazos, Él tiene el poder de sostener al mundo en la palma de Su mano. Esto es lo que Dios está diciendo: “Voy a luchar tus luchas, soy un Dios de ejército, de guerra, porque Sé que en el Cielo Satanás se levantó contra Mí, y en la Tierra contra ti, que eres Mi imagen y semejanza”.
  • Aunque seamos “buenas personas”, no estamos exentos de tener guerras, y la primera guerra empieza en la mente, con los malos pensamientos que quieren “bajar a la lengua” y murmurar, blasfemar, para que después vaya al corazón ensuciándolo con dudas y rencores. También quiere contaminar nuestras manos y nuestro cuerpo a través de la negligencia, de la indolencia, de la violencia, de la promiscuidad, de las adicciones, con enfermedades y miseria. Por lo tanto, estamos en una guerra, ¡y nuestro Padre sabe que para que la venzamos Él tiene que ir adelante!

“… y en este lugar daré paz, declara el Señor de los Ejércitos”. Hageo 2:9

  • Es decir: “En el lugar donde no hay alegría, salud y realizaciones, no hay felicidad ni vida, Yo daré paz”. Dios quiere que vivamos los días de hoy más felices, más realizados que los años pasados. “Lo que hago es una OBRA COMPLETA. Yo lleno esta misma casa que está en ruinas y hago que en ella haya paz”.
  • ¿Ya vio a alguien con paz lamentándose? Todas las personas que he conocido alrededor del mundo, que tienen paz, poseen algo en común, el brillo en los ojos, una sonrisa, algo diferente que brilla.
  • El mal trabaja con ruinas y siembra en la mente de la persona que ella es grande, gorda, delgada o fea. Nunca se llame feo, porque está ofendiendo no solo a sus padres, sino al Creador, que nos creó a Su imagen y semejanza.

¿Qué es lo primero que sentimos cuando Dios nos perdona?

Tenemos paz, porque ya nada nos acusa. Cuando reconocemos y confesamos nuestro error, al instante recibimos paz. De ahí viene la alegría, que es el gozo del Espíritu Santo.

Vea lo que dice el versículo 7:

Y haré temblar a todas las naciones; vendrán entonces los tesoros de todas las naciones, y Yo llenaré de gloria esta casa, dice el Señor de los Ejércitos”. Hageo 2:7

  • No son todos los tesoros de las naciones los que llenan la casa, sino Su presencia.
  • Ese tesoro es el alma. Jesús dijo que un alma vale más que todo el mundo.

“Mía es la plata y Mío es el oro, declara el Señor de los Ejércitos”. Hageo 2:8

  • Todos los tesoros de las naciones y todo el oro y la plata que hay en el mundo no se comparan con la gloria de Dios, que es Su Espíritu dentro de nosotros.

“La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, dice el Señor…”. Hageo 2:9

¿Dónde puedo recibir esta gloria? Solo hay un lugar donde la persona puede ser llena de esta gloria: EL ALTAR, porque el Altar representa el lugar de alianza. El fuego siempre baja sobre el Altar.

¿Por qué sobre el Altar? Porque, desde que el ser humano se apartó de Dios, el único lugar que el Altísimo creó para hacer una alianza con el hombre, borrando el pecado, la acusación y la maldad, es el Altar.

Si amamos a alguien o a algo más que a Dios, no seremos quienes debemos ser y fallaremos, porque nos volveremos egoístas, acomodados, nos corromperemos, huiremos o desertaremos como un soldado que desierta de la guerra y es odiado por toda la nación como un enemigo. Jesús dijo que no lo abandonaría, y que estaría con usted todos los días. Usted no Lo ve, pero Él sí.

El Espíritu Santo solo entra en la vida de la persona cuando hay holocausto, obediencia total, incondicional, con o sin ganas. Cuando en todos lados, sin importar el lugar, hacemos la voluntad de Dios.

Dios quiere mirar su interior y ver un Altar, como en Abraham, que subió al monte que era el Altar natural y, aun siendo mayor, levantó un Altar para Dios, y sobre este puso la leña, a su hijo que representaba su pasado, un sueño deseado, su presente, un sueño realizado y su futuro.

Busque dentro de su corazón si hay un Altar a Dios y, si no lo hay, empiece a levantarlo.

¿Le ha ayudado este blog? Cuénteme su experiencia en los comentarios.

Obispo Júlio Freitas
Nos vemos en la IURD o en las Nubes!