Los primeros frutos – las primicias del año nuevo en la canasta
«Y te presentarás al sacerdote que esté en funciones en esos días y le dirás: «Declaro hoy al Señor mi Dios que he entrado en la tierra que el Señor juró a nuestros padres que nos daría».» Deuteronomio 26:3
• Para Dios y Sus ángeles, solo entramos en la Tierra Prometida cuando Diezmamos de lo que el Señor nos ha confiado y bendecido. Observe estas palabras: «Declaro hoy al Señor mi Dios que he entrado en la tierra…».
«Entonces el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del Altar del Señor tu Dios.» Deuteronomio 26:4
• Note que esta ceremonia, sin palabras, era la señal de que las primicias no le pertenecían a la persona ni al sacerdote, sino al Señor.
«Ahora, he aquí, he traído las primicias de los frutos de la tierra que Tú, oh Señor, me has dado». Entonces las pondrás delante del Señor tu Dios, y adorarás delante del Señor tu Dios.» Deuteronomio 26:10
• La verdadera adoración a Dios es la fidelidad a Él. Esta adoración es sin palabras, pero con actitudes que prueban quién, de hecho y de verdad, es nuestro Señor.
• En cambio, los religiosos se autoengañan porque piensan que la adoración a Dios se hace a través de cánticos y palabras vanas, vacías y sin obras, características de una fe muerta.
«Y te alegrarás, tú y también el levita y el forastero que está en medio de ti, por todo el bien que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu casa.» Deuteronomio 26:11
• Los que honran y sirven al Dios vivo tienen motivos de sobra para alegrarse, porque todos los bienes del Señor son evidentes en su vida y en la de su familia.
Obispo Júlio Freitas
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!
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