¿Por qué debemos exhortarnos unos a otros?
Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol Pablo nos trae, a los conocedores de la Palabra de Dios, una orientación práctica para permanecer firmes en la fe:
“Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado…”. Hebreos 3:13
Vea 3 razones importantes para seguir este consejo:
- Porque hoy puede ser nuestro último día de vida o el último día de vida de esa persona que necesita ser exhortada. En otras palabras, nosotros, que somos el cuerpo de Cristo, debemos cuidarnos unos a otros, celar por la permanencia en la fe de los que están a nuestro alrededor mientras hay tiempo. Además de la enseñanza, esto incluye la exhortación, para que nadie se desvíe del camino.
- Porque todos somos fallos y necesitamos ser corregidos para guardar nuestra Salvación, mejorar como cristianos verdaderos y servir más y mejor a nuestro Señor Jesús. A fin de cuentas, somos tentados diariamente y, si no vigilamos, seremos tragados por las distracciones que el mal nos propone; por eso debemos vivir en alerta y advertir a otros para que no caigan en la trampa del engañador.
- Para que el corazón no se endurezca por el engaño de la soberbia, de la desobediencia y del error del pecado deliberado. Incluso, el Espíritu Santo también nos alerta que no nos conformemos a este mundo (Romanos 12:2), es decir, a las prácticas mundanas que intentan astutamente introducirse en las iglesias para normalizar las prácticas que no son bíblicas.
Observe que exhortarse unos a otros fue una necesidad ignorada por muchos que hoy ya no están en la Presencia de Dios, que hoy ya no están siendo contados ni usados por Dios.
Sin embargo, sepa que:
- Para exhortar es necesario que la propia persona sea un ejemplo y practique las enseñanzas del Señor Jesús.
- Para dejarse exhortar es necesario ser humilde, reconocer los propios defectos y cambiar.
Recordando que exhortar significa enseñar, motivar y llamar la atención, no condenar, humillar o despreciar.
Por eso, le corresponde a cada siervo de Dios, principalmente a los que ya tienen más experiencia, ser ejemplo, para poder enseñar y alertar a sus hermanos en la fe, conforme nos enseña la Palabra:
“Asimismo, exhorta a los jóvenes a que sean prudentes; muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, con palabra sana e irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros”. Tito 2:6-8
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Obispo Júlio Freitas
Nos vemos en la IURD o en las Nubes!