En esta tarde de Navidad, abrimos nuestros corazones para recibir el Mejor Regalo de todos, aquel que solo Dios puede darnos.

Es muy importante leer la Biblia. A través de ella, no alimentamos una fe religiosa ni sistemática, sino que practicamos la disciplina y el orden.

Sus padres acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua. Y cuando cumplió doce años, subieron allá conforme a la costumbre de la fiesta; y al regresar ellos, después de haber pasado todos los días de la fiesta, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres, y suponiendo que iba en la caravana, anduvieron camino de un día, y comenzaron a buscarle entre los familiares y conocidos. Al no hallarle, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que después de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían estaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Entonces Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho. Lucas 2:41-50

La fe bíblica nos justifica. Nadie será salvo por sus propias obras o buenas acciones: solo son obligaciones que tenemos como ciudadanos del Reino de Dios.

Muchas personas, en épocas festivas, se dedican a la familia y desplazan a Dios al segundo lugar. Él siempre debe estar por encima de todo, ya que las mayores desgracias ocurren en estas fechas.

Festejar no está mal, pero debemos hacerlo con moderación, ya que vamos a estar rodeados de personas que no están familiarizadas con la fe.

No podemos entregarnos a las emociones, porque vamos a ser atrapados por los espíritus engañadores: seremos vulnerados y manipulados.

El Ayuno de Daniel sirve para que nuestra mente no esté sobrecargada de informaciones y podamos percibir cosas que antes se nos hacían imposibles.

Al despertar, al caminar, y en todo momento, tenemos que leer y meditar la Palabra, porque ella nos produce protección, dirección y luz. Es clave si no queremos tropezar.

Si leemos y meditamos la Biblia con humildad y obediencia, no nos volveremos fanáticos, sino que al contrario: nos va a ayudar a salvar y liberar a los fanáticos.

Debemos tener cuidado con las supociones que nuestra mente genera a través de las apariencias. Lo correcto es averiguar y confirmar.

No tenemos que buscar a Jesús entre familiares, amigos o conocidos, ni ir detrás de la multitud. Debemos buscarlo en el Altar y en la Palabra, tal como está escrito en las escrituras sagradas.

Nosotros podemos y debemos tener planes, pero no hay que imponérselos a Dios, porque Sus planes son mayores que todo lo que nos podemos imaginar.

Dios quiere que nos quedemos maravillados con Él. A veces, solo necesitamos de una respuesta, pero Él es tan grande que tiene el poder de contestar todas nuestras preguntas.

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Obispo Júlio Freitas
Nos vemos en la IURD o en las Nubes!