Si Su Presencia no va con nosotros
Dios esperó 400 años, ¡imagínese esperar 400 años para que el pueblo Lo invocara, para que se volviera a Él! Después de 400 años, Dios envió a Moisés para sacar a Su pueblo de la esclavitud, y no envió con él a un ejército humano, ya había un ejército de ángeles que estaba con él, pero Dios le dio lo principal que Moisés necesitaba. Moisés tenía el cayado, la fe —que todos nosotros tenemos y cada uno tiene que decidir si la va a usar o no según la Palabra y la Voluntad de Dios—, pero Dios le dio otra cosa, ¡Su Presencia!: “Iré contigo”.
Dios le pidió a Moisés que regresara a Egipto, que era la última cosa en el mundo que Moisés quería hacer, por eso Le insistió a Dios diciéndole que enviara a otro. Y el Señor le dijo que sería él quien regresaría, y Moisés Le fue dando excusas para que Dios no contara con él.
Quizás usted ha dado siempre excusas para no ser usado por Dios a causa de sus limitaciones o de sus problemas personales, pero una cosa yo sé: Dios no Se equivoca en Su elección, si Dios le ha llamado, si Él le ha escogido, es usted, con o sin las limitaciones que seguramente tiene, ¿quién no tiene limitaciones? Jesús dijo que aquel que dice que no es imperfecto es mentiroso, todos somos imperfectos y tenemos limitaciones. Dios no necesita encontrar perfección en nosotros, sino obediencia, sacrificio, confianza. Él encontró eso en Moisés, y entonces liberó a Su pueblo de la esclavitud haciendo señales extraordinarias. Dios hizo 10 señales a los ojos de los egipcios y a los de Su pueblo de que Él era el Señor, y liberó a Su pueblo.
Pero el mal no desiste, y envió al ejército enemigo cobarde a perseguir al pueblo en el desierto. Delante de ellos estaba el mar, Moisés toco con el cayado —que simboliza a la fe — y Dios, con un soplo, abrió el mar. Hay estudios que prueban que fue abierto un camino en el mar Rojo.
Ya en el desierto el pueblo tenía hambre, y Dios les envió carne a través de las codornices y alimento a través del maná que cayó del cielo durante la madrugada, el pueblo tenía sed y Él les envió el agua de la roca. Agua de la roca, carne, pan, ¡Dios atendió a todas sus necesidades! Durante el día Dios los cubría con una nube para protegerlos del calor del sol del desierto, y por la noche con una columna de fuego para alumbrarlos y darles calor, porque por la noche hace mucho frío en el desierto. ¡Qué Padre!
Dios estaba apasionado, ¿vio cuando el novio espera por la novia y hace de todo para que ella llegue al altar y espere por él? Dios estaba esperando a Su pueblo en el Monte Sinaí, que es el Altar Natural. Siempre Dios y los hombres de Dios —Abel, Noé, Abraham— usaron un monte como Altar. En la iglesia el Altar espiritual es el lugar más alto al que subimos o al que nos acercamos para entregar nuestra vida y rendir culto y adoración al Señor, entrega total, sacrificio, obediencia incondicional, dependencia real. Por eso ustedes son invitados a subir al Altar dos veces al año para hacer su sacrificio voluntario, todo su cuerpo tiene que subir al Altar, si su entrega es total usted tiene que pasar por el Altar simbolizando así su entrega en espíritu —consciencia, mente—, alma —corazón—, y cuerpo —materia—, ¡todo!
Dios estaba esperando a que Su pueblo subiera al Altar, al Sinaí, y llamó a Moisés para que recibiera los Diez Mandamientos, que representaban la Alianza, el Pacto, el Matrimonio… “la condición para que Yo me case contigo es que aceptes lo que Yo te propongo: ‘Amarás a Dios por sobre todas las cosas’, ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’…”.
Dios esperaba, solo que el pueblo, como suele ocurrir con el ser humano, fue ansioso y apresurado. Dios había esperado por ellos 400 años y ellos no quisieron esperar por Él 40 días. Moisés subió, y cuando pasaron las semanas, empezaron a creer que había muerto o que ya no volvería, porque nadie aguantaría 40 días en un lugar donde no había vida. Y traicionaron a Dios en el Altar, Lo cambiaron, agarraron el oro que los egipcios les habían entregado voluntariamente para que se fueran rápido gracias a la acción Divina, el oro que los había hecho de pobres a ricos, de débiles a fuertes, de tristes a alegres de la noche a la mañana, y se lo dieron a Aarón para que hiciera un becerro de oro para que lo adoraran.
Dios Se decepcionó, Se entristeció y Se enojó profundamente. Él tiene un plan, pero es el ser humano el que decide si va a encajarse en Su plan o en el plan del mal. El pueblo se corrompió, “Entonces el Señor habló a Moisés: Desciende pronto, porque tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido” (Éxodo 32:7). Ya no los llamaba “Mi pueblo”, ya no iba más con ellos, si no querían casarse con Él, Dios no los iba a obligar, la Presencia de Dios Se rehusó a seguir con ellos porque Él Se sintió traicionado. Dios es una Persona, Dios no es aire, el Espíritu Santo no es una paloma, Dios es mucho más, es el SER SUPREMO, Él es el Creador, Él nos creó a Su imagen y tiene Sus sentimientos, y Se airó, como dice en los versículos 14 y 15 del capítulo 33 del libro de Éxodo:
“Y Él respondió: ‘Mi Presencia irá contigo, y Yo te daré descanso’. Entonces Le dijo Moisés: ‘Si Tu Presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí”.
Él Se airó y le dijo a Moisés que con él iba, pero con ellos ya no. Y Moisés, sabiendo que si Él no iba con el pueblo no harían la diferencia, Le dijo:
“¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante Tus ojos, yo y Tu pueblo? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y Tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?”. Éxodo 33:16
En otras palabras: “Señor que Tu presencia sea con todos nosotros, con toda esta nación, con todo este pueblo, para que todas las naciones vean y reconozcan que Tú estás con nosotros, Tu Presencia en mí ha hecho la diferencia, y ellos se han corrompido porque les falta Tu Presencia. Si Tú no vas con nosotros, ¿de qué sirve todo lo que has hecho? Las maravillas, ¿de qué sirve tomar posesión de la tierra prometida sin Tu Presencia?”
¿De qué le sirve a usted casarse y no llevar con usted a su esposa a la luna de miel? ¿De qué sirve que usted construya una casa maravillosa y no que no la habite con su familia? ¿De qué le sirve tener éxito profesional o empresarial si no disfruta de su prosperidad debido a una adicción o a una depresión? ¿De qué le sirve tener hijos si ellos no le respetan?
Eso es lo que Dios está diciendo, y Moisés Le responde: ‘Si Tu Presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí, porque sin Tu Presencia Todo es como nada. Por lo contrario con Tu Presencia, aunque yo no tenga nada, tengo todo, ¡sin Tu Presencia yo no me voy, no salgo de acá!’ Moisés sabía la diferencia entre tener la Presencia de Dios y no tenerla.
En el versículo 3 del capítulo 32 de Éxodo dice así:
“Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. Y él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto”.
No había sido el oro, o un ejército, o un becerro lo que los había sacado de la esclavitud, sino el Creador, y ahora Dios quería casarse con ellos, pero ellos despreciaban lo más importante, que no era el oro, ni las piedras preciosas ni su libertad, sino la Presencia de Dios. La Presencia de Dios es el Espíritu Santo en uno.
Muchas personas, desafortunadamente, usaron la fe del cayado, el bastón que representa la fe, la autoridad, y superaron problemas. Hoy tienen salud y no la usan para evangelizar, para dar testimonio, conquistaron su auto, pero no lo usan para traer a alguien a la iglesia, no tenían dónde vivir, pero no abren las puertas de la hermosa casa que conquistaron para que un pastor vaya a hacer una oración en familia con sus vecinos y familiares. Quizás les da vergüenza que se sepa que son cristianos y de la Universal, pero se olvidan de que conquistaron lo que tienen en el Altar del Dios-Vivo en la Iglesia Universal.
Perdóneme, no le estoy echando en cara nada, sino que le estoy mostrando lo que está escrito, el pueblo había recibido de Dios y ahora Lo dejaba de lado: “estamos bien con lo que tenemos, estamos libres, quédate allá en el Cielo y nosotros acá en la Tierra nos encargamos de lo que tiene que ser hecho”.
Y así mucha gente en la iglesia no ha despertado. La tierra prometida es una consecuencia, el matrimonio, la salud, la prosperidad, la familia, todo es consecuencia, es Promesa de Dios. Incluso Moisés, después de que Dios le garantizó que Su Presencia iría con él, Le dijo: “Ahora yo quiero ver Tu Gloria”, es decir, cuando tenemos la Presencia de Dios, que es lo más difícil, la Gloria de Dios será vista, y no solo por uno sino por todos, como sucedió con Moisés cuando bajó por segunda vez del monte y su rostro resplandecía y la gente no podía mirarlo porque brillaba como el Sol, y le pedían que se pusiera un velo de tan fuerte que era la luz, que simboliza al Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo está en nosotros los demonios se enceguecen y son quemados. Quien tiene el Espíritu Santo tiene una luz, tiene un fuego invisible a los ojos humanos pero visible a los ojos espirituales.
Si usted tiene esta luz, este fuego, puede luchar para tomar posesión de la tierra prometida, para ver la Gloria de Dios en el matrimonio, en la vida económica, en la salud, en la familia, pero si usted aún no tiene la Presencia de Dios, priorice al Espíritu Santo, porque con Su Presencia va a tomar posesión y va a establecerse.
El Espíritu Santo está esperando que usted entregue ese “becerro de oro”, ese sentimiento, el amante, el pecado, la adicción, el rencor, la malicia, la duda… yo no sé ni me interesa saber qué está haciendo usted que desagrada a Dios, y usted no se lo tiene que decir a nadie más que a Él, que ya lo sabe. Si Él no le ha dado aún el Espíritu Santo es porque usted no ha aceptado casarse con Él, usted no ha aceptado los términos de esta Alianza, su entrega incondicional, total, su dependencia, su confianza, su amor. Hable con Él, resuelva esto ahora, desde el primer día del Ayuno de Daniel, basta con que usted entre en Alianza, es un proceso, pero el arrepentimiento no es un sentimiento, el arrepentimiento es una decisión de cambiar, de volverse a Él.
Y si usted ya tiene Su Presencia, si ya tiene el Espíritu Santo, ¿por qué no ve la Gloria de Dios? ¿No estará —como dijo Jesús— haciendo uso de las bendiciones de lo que Dios le ha dado para retener? Él dijo así en los versículos 23 al 25 del capítulo 4 del libro de Marcos:
“Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aún más se os dará. Porque al que tiene —al que escuchó, aprendió, practicó— se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.
Si usted ignora lo que Dios le ha revelado, enseñado, dado, va a perder hasta lo poco que tiene, ¿por qué? Porque Dios no le va a obligar, Dios no va a bajar del Cielo para buscarlo entre los demás y decirle: “ven acá, vas a ser tú, ¡vas a subir al Altar a entregarte!” Él no va a hacer eso, primero porque Él no lo necesita, y segundo porque Él no le impone Su Voluntad a nadie. ¿Usted se casaría con alguien obligado?
Ob. Julio F.
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
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