Sube Hasta Mí…
El ser humano puede tener salud, prosperidad, familia, pero, si quiere mucho más que bendiciones, personas o cosas, necesita conocer a Dios. Puede creer en Dios y poner la vida en Sus Manos y que Él lo ampare, pero eso no significa que LO TENGA, que LO CONOZCA a través de la Persona del Espíritu Santo.
Dios había esperado 430 años para que el pueblo de Israel Lo invocara, y cuando eso sucedió Él les envió la liberación. Después Dios llamó a Moisés al Monte Sinaí para que recibiera Su Ley para que el pueblo entrara en Alianza con Él porque era necesario que ellos conocieran las obligaciones y los derechos de esta Alianza a través de los Diez Mandamientos. Pero ellos no esperaron a que Moisés descendiera del Monte, no pudieron esperar 40 días a Aquel que los había esperado 430 años, e hicieron un becerro de oro con el mismo oro que Dios les había dado cuando los había liberado de la esclavitud. Imagínese, la Biblia dice que ellos se desnudaron y, con toda la riqueza que Dios les había proporcionado, le hicieron sacrificios al becerro de oro y bailaron al pie del Monte Sinaí.
Dios escuchó y vio eso y Se entristeció profundamente, porque Él estaba esperando como el Novio que espera a la novia en el Altar. El Altar es el lugar de Alianza, de matrimonio, el Monte Sinaí fue el lugar elegido por Dios para casarse con Su pueblo, y el pueblo no quiso esperar 40 días y se corrompió, como está escrito en el capítulo 32 del libro de Éxodo. Y Él les dijo: “Está bien, ustedes no quieren casarse Conmigo, entonces váyanse solos, Yo no voy más con ustedes”. Cuando oyeron la noticia de que Dios no iría con ellos, ahí despertaron, habían hecho todo para el diablo, se habían casado con el diablo, Le habían sido infieles a Dios y fieles al diablo a través de Mammon, el oro. Dice el Texto Sagrado en el versículo 4 del capítulo 33 del libro de Éxodo:
“Cuando el pueblo oyó esta mala noticia, hicieron duelo, y ninguno de ellos se puso sus atavíos”
Es decir, no se cubrieron más, ya no se pusieron sus adornos, su ropa.
“Porque el Señor había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: «Sois un pueblo de dura cerviz; si por un momento Yo Me presentara en medio de ti, te destruiría. Ahora pues, quítate tus atavíos, para que Yo sepa qué he de hacer contigo».
Y a partir del Monte Horeb —que es el segundo nombre para el Monte Sinaí— los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos”. El pueblo se había desviado hacia el mal, se había casado con el mal, había adorado al becerro de oro haciendo de él un objeto de adoración, había traicionado a Dios. Y Él dijo: “No voy a obligarlos a andar Conmigo ni Yo voy a andar con quien no quiere andar Conmigo, Yo no voy a imponerle Mi Voluntad a nadie, si piensan que pueden ir solos, paciencia, pero no se olviden de los 430 años de esclavitud, opresión, humillación, miseria, dolor y condenación. Pero Yo quiero estar con ustedes, andar con ustedes, casarme con ustedes…”. La condición era que ellos se desnudaran ante Él, porque Dios ya sabía del real estado del pueblo. Usted puede engañar a todos, a su pareja, a mí, a su patrón, a sus empleados, a su vecino, podemos engañar a todos, porque nadie sabe lo que estamos pensando o sintiendo, pero Dios sí lo sabe, y Él pide que uno se desnude espiritualmente, que abra su corazón, que deje de fingir, que deje de simular, de demostrar una cosa que no es, porque eso lo separa de Dios, eso le impide casarse con Él.
Cuando entendieron que peor que estar en el desierto, peor que tener enemigos, peor que tener problemas, era no tener la Presencia de Dios, cuando escucharon esa muy mala noticia, reaccionaron, pero no fueron sinceros, se quitaron sus atavíos intentando demostrarle a Dios un arrepentimiento que no había en su interior.
Como mucha gente que intenta demostrarles a los demás o a Dios una cosa que no es, y olvida que Dios conoce su interior, y lo que Él pide es que uno sea sincero, humilde, que reconozca su real estado, que reconozca la intención que alimenta en su corazón, esa resistencia a cambiar, ese rencor, ese orgullo, como Dios dice ahí:
“Sois un pueblo de dura cerviz”
es decir, un pueblo de nariz empinada, altivo, orgulloso.
La persona de dura cerviz es la que no quiere inclinarse, humillarse, reconocer, cambiar, quiere que todos cambien menos ella, encuentra errores en todos menos en ella, ¡encuentra errores hasta en Dios!, como el pueblo de Israel, que pensó que Dios Se había olvidado o que Dios Se había dormido y que Moisés había partido. Estaba todo bajo control, solo que las cosas de Dios no ocurren según el tiempo y la voluntad del ser humano, sino según el Tiempo y la Voluntad de Dios, pero, cuando la persona no tiene el Espíritu Santo, puede hasta ser bendecida, pero sigue siendo de dura cerviz. Es un hecho, si usted es de dura cerviz siempre va a querer imponerles su voluntad a Dios y a los demás. Quien pierde es usted, porque va a seguir rompiéndose la nariz.
En el versículo 12 del capítulo 24 del libro de Éxodo está escrito lo que Dios le dijo a Moisés que quería que todo el pueblo hiciera:
“Y el Señor dijo a Moisés: Sube hasta Mí, al Monte, y espera allí, y te daré las Tablas de piedra con la Ley y los Mandamientos que He Escrito para Instrucción de ellos”.
“Sube hasta Mí…” Si usted ya tiene el Espíritu Santo, tiene certeza de su Salvación y tiene alegría y paz, si no tiene miedo del futuro, si el pasado no lo atormenta y el presente no le preocupa, si está confiado y preparado porque si muere hoy va a Jesús y si Él vuelve hoy será arrebatado e irá a Su encuentro en las nubes, entonces usted puede luchar para prosperar, casarse, salvar a su familia, es decir, tomar posesión de la Tierra Prometida y disfrutar de la misma.
El domingo 17 usted podrá subir a este Altar y, siendo usted el propio sacrificio santo y agradable a Dios, el Espíritu Santo le va a poseer y va a hacer de usted un hombre, una mujer, un hijo de Dios, una persona que usted nunca conoció, feliz, ¡alegre de adentro hacia afuera!
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
¡¡¡Eia!!!
#IglesiaUniversal
#TemploDeLosMilagros
#DeAquíEnAdelanteTodoSeráDiferente