«El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.» Salmos 91:1
Todos nosotros, como seres humanos llenos de limitaciones, nos cansamos, principalmente después de un día lleno de desafíos, de contratiempos, decepciones, persecuciones, tentaciones y problemas.
Problemas que nosotros mismos generamos y otros generados por personas que nos malinterpretan, nos envidian y nos quieren mal. También problemas generados por los espíritus malignos, que nos odian, porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y porque somos habitados por el Espíritu Santo, cuando hacemos del Altísimo nuestro abrigo, así como está escrito.
El abrigo del Altísimo es el lugar donde está todo lo bueno, es donde renovamos nuestras fuerzas y es el único lugar donde podemos descansar, porque es la presencia de Dios en nosotros.
El abrigo del Altísimo es el Altar. Cuando vamos al Altar y entregamos nuestros temores, pecados y acusaciones, tanto el peso como el cansancio espiritual, psicológico y emocional, es arrancado de nuestra alma, de nuestros hombros, desde el punto de vista espiritual. De esta manera, nos sentimos ligeros, renovados y fortalecidos para enfrentar los desafíos de un nuevo día, de una nueva semana y de un nuevo mes.
Por eso, usted que nos sigue desde cualquier lugar del mundo, haga del Altísimo su abrigo.
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas