La Palabra de Dios es como una espada, que puede cortar enfermedades, maldiciones, complejos y todo lo malo que encadena a una persona al sufrimiento.
«Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación…» Salmos 91:7-9
Los impíos son las personas que dudan del poder de Dios, los que eligen no creer y, consecuentemente, no ven el progreso en sus vidas. Es una decisión, no el tiempo o el conocimiento de una persona. Si Dios es su refugio, Él la liberará.
Muchos perdieron a sus padres, a sus hermanos o a algún familiar por no querer reconocer sus errores. La mejor manera de conocerse es conociendo a nuestro Creador, porque es Él quien nos revela nuestras fallas, no para condenarnos, sino para ayudarnos.
Cuéntenos, ¿cuál fue su experiencia en la Terapia?
De aquí en adelante, todo será diferente.
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