4 de octubre
Todos quieren crecer, pero son pocos los que realmente se dedican a ese proceso.
Para ser discípulos de Dios, primero necesitamos ser disciplinado en todo lo que hacemos.
Dios nos dio libre albedrío a la hora de tomar decisiones, solo que cada acto tiene sus consecuencias.
Cuando doy pasos firmes sobre la Palabra de Dios y no sobre lo que siento o veo alrededor, el propio Dios me sustenta.
¡Hable con Dios! Cuando le contamos nuestras cosas a Dios, Él envía al Espíritu Santo para enseñarnos cómo superar aquella situación.