Sed de la presencia de Dios
El pueblo de Israel tenía sed de ser liberado, pero no tenía sed de la presencia de Dios.
Por eso, ni las 10 plagas, ni las maravillas hechas en el desierto fueron suficientes como para llenar y traerle paz al pueblo.
Mientras más maravillas Dios hacía, más insatisfecho estaban. Dudaron de que Dios seguiría con ellos, por eso hicieron un becerro de oro al que seguirían.
¡Ni mil milagros pueden sostener la fe! Solo la presencia del Espíritu Santo mantiene encendida la llama de la fe dentro de nosotros.
Moisés tenía sed de la presencia de Dios y, para él, fueron necesarias solo tres señales para creer y entregarse en las manos de Dios:
1.ª El fuego en la zarza.
2.ª El cayado que se transformó en serpiente.
3.ª La mano leprosa.
Lo mismo podemos ver en la mujer samaritana que buscó en cinco matrimonios la felicidad. Ella tenía sed, pero no la sed de conocer a Dios.
_«Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber […] La mujer samaritana Le dijo: ¿Cómo Tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y Quién es el que te dice: Dame de beber; tú Le pedirías, y Él te daría agua viva. La mujer Le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? […] Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que salte para Vida Eterna. La mujer Le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.»_ Juan 4:7,9-11,13-18
Por eso, Jesús dijo el que bebiera de esta agua (conquistas), volverá a tener sed (no llenará el vacío del alma), pero el que bebiera del Agua Viva (Espíritu Santo), será lleno y no le faltará nada. Porque el Espíritu Santo nos da todo lo que necesitamos para que seamos felices.
Que Dios los bendiga a usted y a la señora Viviane.
Pr. Antônio Ostan — Paraguay