Solo es posible todo nuevo según la Palabra de Dios siguiendo estos pasos:
«Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne». Ezequiel 36:26
Esta palabra “además” no está registrada por casualidad en las Escrituras Sagradas. Si usted lee los versículos anteriores, se refiere a las bendiciones, la salud, la familia, la prosperidad, el matrimonio, el éxito, que no son todo. Tener una religión e ir a una iglesia no es todo. Él deja claro en Su Palabra que solo se hace TODO NUEVO cuando primeramente decidimos sacar de nuestro interior, del corazón de piedra, lo que lo hace petrificado: el materialismo, la soberbia, el rencor, la duda, la ansiedad, el orgullo, la ingratitud…
Es como la basura diaria que sacamos de nuestro hogar. Si la vemos, la olemos y la ignoramos, esta basura genera bacterias y hasta enfermedades. No basta con verla y olerla; hay que sacarla afuera. Si no sacamos lo que está petrificando el corazón, nos convertimos en personas materialistas, vengativas, maliciosas, negativas al extremo…
El Señor Jesús promete darnos un corazón nuevo. Un corazón humilde y sincero que reconoce los errores, que es despojado de los deseos malos y los abandona, que aprende con los errores del pasado para no repetirlos en el presente y así madura, mejora, alcanza objetivos y realiza sueños. Este corazón nuevo es un corazón que no se deja dominar por los sentimientos ni por las emociones. Es importante que sepas que el corazón nos ha sido dado para sentir, pero debe ser sumiso a nuestro espíritu, que es la razón, el intelecto, la inteligencia… Con el corazón sentimos, pero es con la cabeza, con la razón, con la inteligencia, que decidimos. Con la cabeza debemos tomar decisiones. Hay muchas personas que se dicen de Dios, pero son fracasadas porque, lamentablemente, tomaron decisiones con el corazón y no con la razón.
La Palabra de Dios dice que el corazón es perverso, engañador y malvado; por eso no podemos dejarlo dominar nuestro ser, porque si se lo permitimos, somos engañados, frustrados, amargados, y el corazón se vuelve petrificado. Por esa razón, el Señor Jesús nos enseña a amar a Dios de todo nuestro corazón y con toda nuestra mente.
Pero eso no es todo. Él promete darnos también un espíritu nuevo —razón, inteligencia, intelecto—, que es una mente nueva, pensamientos de acuerdo con los pensamientos de Dios, que son los mejores. ¡No hay mejores pensamientos que los de Dios! Alimentar los pensamientos malos que se contraponen a la Palabra de Dios impide que usted sea una persona nueva, feliz, realizada, alegre y equilibrada. Cuando tenemos un espíritu nuevo, no aceptamos los malos pensamientos ni lo contrario a lo prometido por Dios. Por encima de toda palabra de los hombres y de los sentimientos debe estar la Palabra de Dios. No es por casualidad que la mente esté arriba del corazón. Lo más importante es lo que promete la Palabra de Dios para que usted disfrute de la felicidad de adentro hacia afuera.
Pero para eso, es necesario leer, escuchar, meditar en Sus Palabras… para saber en qué pensar, cómo hablar, cómo planear y reaccionar ante los malos pensamientos, sentimientos, tentaciones, problemas, persecuciones…
«Pondré dentro de vosotros Mi Espíritu …» Ezequiel 36:27
El mayor éxito del ser humano es ser templo del Espíritu Santo. Cuando recibimos el Espíritu de Dios, el Espíritu Guía, hay una transformación total, dejamos de ser criatura para ser hijo de Dios, Él nos enseña cómo SER y HACER todo nuevo, sea en pensamientos, palabras, prioridades, actitudes, reacciones e ideas.
Jesús dejó claro en Su Palabra que existen los hijos del diablo, cuando la persona elige seguir sus propios sentimientos se vuelve descreída, depresiva, agresiva, adicta, egoísta, maliciosa, promiscua y se transforma en su peor enemiga. Por eso Él dijo que para seguirLo la primera condición es negarse a uno mismo.
Cuando recibimos el Espíritu Santo, Él está con nosotros hasta en los momentos más difíciles…
- Cuando fallece un ser querido, Él nos conforta y nos da esperanza;
- Cuando todos nos interpretan mal o nos abandonan, Él nos comprende y nos hace compañía;
- Cuando no logramos ver la salida a una situación grave, de extrema urgencia, Él nos Enseña qué HACER y cómo SER. En otras palabras, Él es el Único Capaz de ayudarnos a cuidar lo más importante que tenemos, nuestra Alma, pues es ella la que ve, siente y habla.
«… y haré que andéis en Mis Estatutos, y que cumpláis cuidadosamente Mis Ordenanzas». Ezequiel 36:27
Cuando uno tiene el Espíritu de Dios, no anda perdido. Tiene rumbo, dirección, sabe dónde está y sabe dónde Dios quiere que llegue o esté. Anda no según lo que siente o lo que piensa, sino según los Estatutos de Dios, y se preocupa cuidadosamente para agradar no a los demás sino a Dios.
Esta es la propuesta de Dios y, para aceptarla, usted tiene que perdonar y ser perdonado, aceptar y practicar cuidadosamente los Estatutos de Dios e ignorar su pasado, dejar de dar excusas y empezar a hacer lo que Dios quiere que usted haga, ya, a partir de ahora, para que tenga un final de año feliz, realizado y salvo.
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– Obispo Júlio Freitas
– Nos vemos en la IURD o en las Nubes!