Este 1.º miércoles del Corazón perfecto, todos los que participaron en el Templo de los Milagros tuvieron la oportunidad de escuchar la palabra que Dios había preparado para ellos.
Estamos bien cuando nada nos acusa ni nos causa ansiedad. De esta manera, de pie, recibimos la autoridad que Jesús nos da para pisar a las serpientes que quieren atacarnos.
El ser humano no es perfecto, pero la perfección llega a nuestras vidas cuando obedecemos lo que la Palabra de Dios nos enseña, así, somos perfectos ante Sus ojos.
Dios no nos justifica por la perfección, sino por la obediencia a Su Palabra.
Rahab, Jefté, Gedeón, Daniel y Rut, por ejemplo, tenían sus limitaciones, sin embargo, al elegir obedecer, Dios los justificó por su obediencia, no por su perfección.
Dios Se muestra poderoso con quien es humilde, misericordioso. Él no puede perdonar al que no perdona.
Debemos resistir al mal, pero, para tener un corazón perfecto, debemos huir de la apariencia del mal, y todos nosotros conocemos nuestras inclinaciones.
Tengamos cuidado de no apagar al Espíritu. El secreto de todo es DAR, porque todo lo que hacemos es una decisión entre dar o retener, sea el amor, la atención, el cariño y demás.
Enoc y Noé dieron testimonio de Dios, ellos guardaron lo que tenían dentro, sus corazones; anduvieron con Dios y Dios anduvo con ellos. ¿Por qué? Porque obedecieron, temieron, respetaron y consideraron a Dios. Ellos decidieron actuar así, y nosotros debemos tomar la misma decisión.
Cuando tememos a Dios, nos apartamos del mal.
Dios pagó, tanto por usted como por mí, el precio del perdón y de nuestra Salvación.
¿Usted protegerá su corazón a partir de hoy?
Ob. Julio F.
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
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