La mosca en el perfume
«Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.» Eclesiastés 10:1
La lección que debe aprender de este mensaje es que algo pequeño puede echar a perder algo más grande, algo insignificante puede echar a perder cosas grandes.
Un buey, un caballo e incluso un perro muerto llaman la atención, pero ¿quién se fija en una mosca muerta?
Las moscas muertas pasan desapercibidas a nuestros ojos.
Por ejemplo, en la antigüedad, el proceso de fabricación de los perfumes tardaba, podía tomar meses o años el proceso de su creación. En el versículo citado anteriormente, el perfumista dejó la esencia descansar en un frasco durante un buen tiempo, pero no se dio cuenta cuando una pequeña mosca se metió en este y murió.
¡Una cosa tan pequeña cayó en el recipiente y anuló el efecto! El hombre se descuidó y perdió todo su trabajo. ¡Qué lección!
Hemos visto esto en muchos jóvenes que les lleva veinte años ser educados y volverse «personas como la gente», pero cinco minutos de conversación con un traficante, en el baño del colegio, ¡perder todos esos años!
Matrimonios que están unidos hace veinticinco años y que se destruyen por cinco minutos de aventura.
¿Cuánto tiempo lleva construir una reputación? Una joven que soñó durante dieciocho años en casarse bien, con toda la pompa, que esperó durante años, puede echar todo a perder por una simple conversación con un «astuto».
¿Ya se dio cuenta de que no nos contagiamos de la salud de nadie? Ahora bien, ¡experimente quedarse en un ambiente cerrado con alguien engripado!
Así como el perfumista, debemos trabajar en la esencia y en la protección del perfume.
¿Ya se dio cuenta de que nadie se fija en la tapa? Sin embargo, sin esta, el aroma se va. Por eso, una vez listo, se le pone una tapa al frasco para que el aroma no se pierda. Esto es necesario, porque, si queda abierto, el perfume mantendrá su aroma solo por un tiempo, después, de a poco, se irá perdiendo.
Tapar el perfume es tan importante como producirlo. Uno lo usa y lo tapa, lo usa y lo tapa. En la vida espiritual también sucede lo mismo, vamos a la batalla, pero debemos estar bien con Dios, vivir en espíritu, bien tapados, para no perder el aroma, porque nuestro precioso perfume es eterno, no pasajero.
Hay una historia sobre un domador de serpientes. Él era un hombre del circo y se ganó una serpiente que aún tenía el espesor de un dedo. Él la domó durante años. Cuando llegaba el momento de las presentaciones, la serpiente se enroscaba alrededor de su cuerpo y, con una orden, ella le obedecía, desenroscándose de su dueño.
Hasta que un día, algo salió mal, la serpiente no le obedeció y él empezó a tener dificultad de respirar. La serpiente lo fue apretando, apretando, hasta que el auditorio escuchó el ruido de huesos quebrándose. ¡Él había muerto!
¡El gran peligro es jugar con lo que sabe que es nocivo para su vida!
¡El gran peligro es creer que en cualquier momento podrá parar, que todo está bajo su control!
El hombre de la historia tuvo la oportunidad de matar a la serpiente cuando aún estaba en sus dedos, pero no lo hizo, al contrario, ¡la alimentó y jugó con ella! Consecuentemente, fue destruido.
Amigo mío, no haga concesiones.
La Biblia en ningún momento nos orienta a huir, excepto cuando habla sobre nuestra vieja naturaleza. «Huya de la prostitución», «Huya de la impureza», «Huya de las paciones juveniles», estos son consejos del apóstol Pablo.
En hebreo, la insensatez también es estulticia, que significa «necedad».
No eche a perder los años que ha servido a Cristo, pequeñas necedades pueden poner en riesgo su Salvación.
Un frasco de perfume no puede perfumar una mosca muerta, pero una mosca muerta puede corromper todo su trabajo. Observe las palabras de Pablo:
«Un poco de levadura leuda toda la masa», Gálatas 5:9.
¡Piense en esto!
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas