¿Dónde empieza el problema de nuestra sociedad?
El problema no son las armas en sí, ¡porque siempre existieron!
El problema son:
Los corazones sin fe en el Dios vivo, dándoles lugar a las vanidades y al materialismo.
Los padres ausentes en la convivencia con sus hijos, tanto en el hogar como en sus rutinas diarias, dándoles lugar a los juegos, a las redes sociales y a las películas.
Los hogares sin disciplina y normas, dándoles lugar a las voluntades sin límites y responsabilidades de todos, adultos, adolescentes, niños, donde todos tienen su papel en la casa. Eso es una familia.
Las escuelas sin oración, dándoles voz a personas incrédulas, promiscuas, egoístas y orgullosas, que no tiene valores morales ni espirituales.
Los tribunales sin justicia, ya que los peores corruptos, violentos y criminales son los que no hacen valer los derechos de la constitución, del castigo y de la justicia, sea a quien sea.
Un día, al atardecer, mi difunto abuelo estaba acostado en su hamaca, en el porche de su granja, y yo le presté atención a la conversación que tenía con uno de sus empleados. Él dijo así: «No hay forma de evitar que los malos ejemplos, los problemas y las malas personas golpeen nuestra puerta, pero tampoco tenemos por qué ofrecerles una silla para sentarse».
En otras palabras, mantenga a los malos y a los malos hábitos fuera de su mente, de su corazón y de su familia.
«Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.» Juan 16:33
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas