El Reino de Dios es de los sinceros
Cuando el diablo tocó los bienes, a los siervos y a los hijos de Job, en realidad, quería tocar la sinceridad que Job tenía delante de Dios.
«Y el Señor dijo a satanás: ¿No has considerado a Mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú Me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?» Job 2:3
Esa sinceridad lo volvía un hombre íntegro, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Cuando el diablo salió de la presencia de Dios, fue corriendo hasta la mujer de Job y, a través de su boca, dijo:
«Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.» Job 2:9
La SINCERIDAD de Job era lo que tanto Le agradaba a Dios; y lo que le desagradaba al diablo, por eso, él intento tocar, quitar y manchar eso.
El diablo sigue queriendo tocar, quitar y manchar nuestra SINCERIDAD.
El mundo puede ser de los «astutos», pero el Reino de Dios es de los sinceros.
«Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.» 2 Corintios 1:12
La mayoría de las personas invierte en las cosas de este mundo físico, porque quieren ver, tocar, usar; quieren ser recompensadas inmediatamente.
En cambio, nosotros, que elegimos creer, sacrificar, confiar, perseverar, invertimos en el Reino de los Cielos. Por eso, seremos recompensados en la eternidad con nuestro Dios y Señor Jesucristo.
¡Fuerza, guerreros!
Estamos juntos hasta el fin. Nuestro Rey está llegando para buscarnos y llevarnos a casa.
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas