Frustración VS Indignación
Existen 2 tipos de frustración: aquella que lleva la persona al desánimo, o la que lleva a la indignación. Cuando no se cree en la Promesa de Dios, la tendencia es desanimarse, pero para quién cree, en la Promesa de Dios, la frustración lo lleva Indignarse.
Fue el caso de Abraham. Él estaba frustrado (indignado) con el hecho de no haber visto la principal promesa de Dios, cumplirse en su vida. Entonces, él reaccionó, y cobró de Dios lo que estaba faltando para que se cumpliera.
De las siete Promesas hechas a Abraham, seis ya se habían cumplido, pero faltaba aquella que le daría la condición, de más adelante tornarse una gran nación.
Cuando Abraham reaccionó ante aquella frustración, Dios también reaccionó, confirmando la Promesa. Cuando él le preguntó qué debía hacer para tener la garantía que sí tomaría posesión de aquella Promesa: Dios lo mandó a sacrificar ( Génesis 15:8,9). Pues el sacrificio, es la garantía, de que se cumplirá la Promesa.
Esa es la única manera de acabar completamente con la frustración. Fue así con Abraham y también con el Obispo Macedo.
La Iglesia Universal, nació de una frustración. En Verdad, fueron varias; desde rechazos, hasta humillaciones. Sin embargo esas frustraciones no generaron en el Obispo desánimo. Por lo contrario, generaron inconformidad e Indignación.
En el caso del Obispo, el límite de la frustración de él, aconteció cuando su hija Viviane nació con labio leporino. La mala formación congénita generó en él indignación, y lo llevó a tomar una actitud que colocó un fin en todas las frustraciones y así, nació la Iglesia Universal.
O sea, la frustración en la vida de quién cree en las Promesas de Dios es combustible para su Fe.
Tengo certeza que aquellos que aún no recibieron el Espíritu Santo, serán incomodados para eso y despertarán para esa Fe.
Obispo Claudio Lana