La oración que nadie puede hacer por mí
Nadie puede pedirle eso a Dios por nadie:
«Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de Ti, y no quites de mí Tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de Tu Salvación, y espíritu noble me sustente.» Salmos 51:10-12
David reconoció que en su interior ya no había un espíritu recto como antes, al comienzo de su caminata con Dios, ahora había una inconstancia, él ya no era recto en su camino.
Como rey de la nación de Israel, David tenía muchas necesidades, podría haber pedido por el reino, por la corona y demás, pero reconoció que lo más importante era que su espíritu (mente) fuera cambiado, fuera recto, para no perder el bien más precioso, que es el Espíritu Santo. Él no quería perder la alegría de la Salvación.
Después de ese pedido, pidió un espíritu noble que lo sustentara. Aquí está la razón por la cual algunas personas no reciben un nuevo corazón y un nuevo espíritu, porque el espíritu de ellas es cuestionador, desobediente y quiere hacer las cosas a su manera. Sin embargo, David estaba dispuesto a hacer todo a la manera de Dios.
Él fue sincero consigo mismo y directo con Dios al decir: «Necesito cambiar mi espíritu».
Espíritu recto (estable): constante.
Espíritu noble: humilde.
«Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.» Salmos 51:10
En algún momento, él se desvió, su espíritu (mente) dejó de ser recto, correcto y justo como antes.
«No me eches de delante de Ti, y no quites de mí Tu santo Espíritu.» Salmo 51:11
David no era bautizado con el Espíritu Santo, pero tenía la conciencia de que era Él quien le daría la paz, la seguridad, la alegría y la certeza de la Salvación.
«Vuélveme el gozo de Tu salvación, y espíritu noble me sustente.» Salmos 51:12
Él ya no hacía las cosas para Dios con un espíritu noble, dispuesto y generoso.
«Entonces enseñaré a los transgresores Tus caminos, y los pecadores se convertirán a Ti.» Salmos 51:13
Él estaba consciente de que solo se puede enseñar algo cuando primero se practica. Solo puede haber Salvación si antes hay conversión, y eso empieza en el espíritu, cuando es recto y noble.
«Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi Salvación; cantará mi lengua Tu justicia.» Salmos 51:14
Cualquier pecado tiene el mismo precio: la muerte. Solo el perdón Divino tiene el poder de librarnos de toda condenación, culpa y mente (espíritu) pesada. Jesús derramó Su sangre para limpiar nuestro espíritu y nuestra conciencia de toda acusación y para perdonar a nuestra alma de todo pecado.
«Señor, abre mis labios, y publicará mi boca Tu alabanza.» Salmos 51:15
Solo los que tienen un espíritu recto, noble y salvo pueden entonar alabanzas a Dios.
«Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto.» Salmos 51:16
Él sabía que la condición para que Dios aceptara los sacrificios y las alabanzas era que su espíritu y alma estuvieran bien.
«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios.» Salmos 51:17
Aquí está la prueba de que todo comienza en nuestro espíritu. Si este está quebrantado, si es humilde y contrito, Dios no lo despreciará, al contrario, lo aceptará.
«Haz bien con Tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.» Salmos 51:18
El que valora un espíritu (mente) recto y nuevo, sabe que los muros de su ciudad (vida) estarán seguros y protegidos por el propio Dios, a través del Espíritu Santo, ¡y no le temerá a nada!
«Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre Tu Altar.» Salmos 51:19
Todo empieza en nuestro espíritu (mente), afecta nuestra alma (corazón) y se refleja en nuestro cuerpo (vida), porque por los sacrificios seremos aprobados o no.
#EspírituNuevoVidaNueva
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas