¿Qué hacemos para Dios?
Meditemos sobre este pasaje de Isaías 58:13:
«Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso del Señor; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras.»
En aquella época, las personas trataban el sábado de cualquier forma. Incluso sacrificaban y participaban de las asambleas solemnes, pero seguían trabajando y haciendo lo que querían.
Entonces el profeta Isaías da tres consejos sencillos, pero poderosos sobre cómo honrar a Dios de hecho:
«… y LO venerares, no andando en tus propios caminos…»
1.° NO SEGUIR NUESTROS PROPIOS CAMINOS, es decir, no seguir el curso de vida normal o acuerdos mundanos.
«… ni buscando tu voluntad… »
2.° NO HACER NUESTRA VOLUNTAD, sino buscar hacer Su voluntad.
«… ni hablando tus propias palabras…»
3.° NO DECIR PALABRAS que son suyas en oposición a lo que Dios ordena que se diga; palabras provenientes de la corrupción de la naturaleza humana o de la vanidad de la mente humana. No decir palabras inadecuadas, torpes y sin propósito, es decir, ociosas.
«Entonces te deleitarás en el Señor; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra…»
Esto quiere decir: «Te cargaré triunfante sobre todos los obstáculos».
«… y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca del Señor lo ha hablado.» Isaías 58:14
¿Por qué habla sobre la herencia de Jacob y no sobre la de Abraham o Isaac? Porque toda la posteridad de Jacob estaba dentro de la alianza, sin embargo, tanto Ismael como Esaú, uno semilla de Isaac y el otro de Abraham, fueron excluidos.
En este capítulo, Dios expuso la inutilidad de dos rituales religiosos que se practicaban en los días de Isaías: el ayuno y el guardar el sábado. En ambos rituales no se hacen cosas. En el ayuno no se come, en la guarda del sábado no se trabaja.
Un aspecto importante de este capítulo es mostrarnos que lo que no hacemos no es suficiente para volvernos justos ante Dios. Nuestro recorrido con Dios no debe ser definido solo por lo que no hacemos.
Entonces, nos queda la pregunta: ¿Qué hacemos para Dios?
Pr. Luke Castro, Templo de Salomón