El demasiado justo es aquel que se llena de conocimientos bíblicos, conoce la Palabra de Dios, pero no la practica. Conoce 100 % la Palabra y no practica ni un
10 %, como hacían los religiosos de la época de Jesús.
Esta enfermedad hace que la persona busque perfeccionismo en los demás y, sin darse cuenta, se torna pesada y los censura, los juzga y los critica. Busca perfección en la iglesia, en la Obra de Dios, en sí misma. Se vuelve religiosa y no practicante de lo que sabe de la Palabra de Dios, sea poco o sea mucho.
El Señor Jesús dejó claro que lo que nos hace sabios a los ojos de Dios no es el tamaño de nuestra fe, no es nuestro conocimiento, nuestra posición social o eclesiástica, no es saber, no es hablar, lo que nos hace sabios a los ojos de Dios es practicar. La práctica marca la diferencia entre el necio y el sabio, es lo que separa al imprudente del prudente.
La persona demasiadamente justa comete un error gravísimo contra sí misma, busca perfeccionismo en ella y, cuando esto no ocurre, lo busca en los demás, y esto enferma su fe al punto de que Dios dijo así en Eclesiastés 7:16…
“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?”
No es una sugerencia ni una petición, es una orden. La elección es suya.
El sabio en exceso conoce mucho, habla mucho, lee mucho, no hay nada de malo en eso, pero el peligro es saber y no practicar, hablar y no vivir. Usted puede y debe conocer la Biblia, que es la Mente de Dios, pero no puede conocerla y no practicarla.
“Mi justo vivirá por la fe”, porque sin fe es imposible agradar a Dios. Yo tengo que saber para practicar.
El problema no está en saber, pero eso es solo el primer paso. El segundo paso es aceptar, el tercero es practicar y el cuarto perseverar en la práctica.
No sea sabio en exceso porque va a destruirse, ¿qué lógica hay en llenarse de conocimientos, saber lo que debe ser hecho e incluso enseñárselo a los demás y no practicarlo usted? Eso no es inteligente. La persona demasiadamente justa se destruye a sí misma.
Muchos en la iglesia han sido víctimas de esta enfermedad. Cuidado si usted ha buscado perfeccionismo, usted debe buscar la santidad, apartarse del pecado, del error, pero sepa que nadie cambia de la noche a la mañana, no busque perfeccionismo, porque eso le hace ser una persona religiosa.
Quien es demasiado justo se torna antipático, censurador, calumniador, como los fariseos en la época de Jesús que buscaban perfeccionismo, pero no lo vivían. Es muy difícil convivir con alguien así, hasta en la Obra de Dios. En la Obra de Dios hay disciplina, orden, pero no perfeccionismo.
No seamos demasiadamente justos para que no nos destruyamos a nosotros mismos.
“El justo por su fe vivirá”
No es por conocer, no es por hablar, no es por sentir, ¡es vivir por la fe!
Viva por la fe, y esa fe en la Palabra de Dios le va a justificar.
¡Nos veremos en la IURD o en las Nubes!
Obispo Júlio Freitas
#AvivamientoUniversalAmericaDelSur
#Eia!!!
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– 10.ª Enfermedad de la fe: Popularidad
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– 12.ª Enfermedad de la fe: La Inseguridad
– 13.ª Enfermedad de la fe: El Chisme
– 14.ª Enfermedad de la fe: Deshonrar La Propia Palabra
– 15.ª Enfermedad de la fe: La Falsedad
– 16.ª Enfermedad de la fe: La Desesperanza
– 17.ª Enfermedad de la fe: Pecados no confesados